martes, 22 de marzo de 2011

ESCRITO EN EL AGUA: El autorretrato de un perdedor



Memoria personal en la línea de las grandes autobiografías de nuestro tiempo. Escrito en el agua es, sobre todo, un ejercicio de introspección, tan riguroso como honesto, en el que su autor no elude los temas más espinosos ni sus propias culpas y responsabilidades. 

Crónica dolorida y sentimental de una generación y de una época; es un canto a la amistad y a la deslealtad; es un grito de horror ante la fugacidad de las cosas. Y es, asimismo, el autorretrato “sin retoques” de un perdedor  que triunfa sobre la hipocresía y la mendacidad circundantes.

Con un estilo ameno, sobrio, contenido, sin falsos alardes, pero provisto siempre de la palabra justa, con la ironía y la sutileza que le caracterizan, Pedro Menchén nos relata en este libro la aventura de su vida, una vida llena de pequeños pero fascinantes acontecimientos que examina exhaustivamente. Pedro Menchén nos habla también aquí de su relación con Francisco Umbral y Gregorio Prieto (el pintor de la Generación del 27 que presumía de haber sido amante de Lorca).

"Decía Cernuda que uno no es el mismo después de leer un libro y estamos seguros de que ningún lector volverá a contemplar su propia vida o la vida de los demás de igual modo, después de la enriquecedora experiencia que supone adentrarse en las páginas de este libro"

Pedro Menchén nació en Argamasilla de Alba (Ciudad Real) en 1952. Conocido, sobre todo, por su Trilogía del amor oscuro, compuesta por las novelas Una playa muy lejana (Los Libros de la Frontera, 1999), Te espero en Casablanca (Odisea Editorial, 2001) e Y no vuelvas más por aquí (Odisea Editorial, 2005). Ha publicado también dos libros de relatos: ¿Alguien es capaz de escuchar a un hombre completamente desnudo que entra a medianoche por una ventana de su casa? (1988), premio Ciudad de Alcalá, y Labios ensangrentados (Huerga & Fierro, 2002), además de una novela corta: Buen viaje, muchacho (Los Libros de la Frontera, 1989), con la que obtuvo el premio Ciudad de Barbastro.


Odisea Editorial presenta ahora a los lectores su último y más ambicioso libro: Escrito en el agua, al que le ha dedicado cinco años de trabajo y que marcará, sin duda, un antes y un después en el modo de hacer autobiografías en este país. Alejado voluntariamente de los círculos literarios y de los ambientes mediáticos, Pedro Menchén vive desde 1978 en Benidorm.



Escrito en el agua, es un texto autobiográfico en el que Pedro Menchén describe los primeros 26 años de su vida, desde 1952 hasta 1978, en plena Transición.
En la primera parte del libro, titulada Un lugar de cuyo nombre no quiero acordarme (según la tradición, el propio Cervantes se refería a Argamasilla de Alba cuando escribió esa frase en el Quijote), Pedro Menchén nos cuenta su terrible infancia y adolescencia en el mencionado pueblo manchego, sus complejos, sus traumas, su sentimiento de orfandad, el odio hacia su padre, por quien se siente rechazado, la fascinación por un profesor nuevo que llega al pueblo, a través del cual descubrirá la poesía… En esta parte Menchén describe minuciosamente la vida y costumbres de la sociedad provinciana de la época, las penurias del mundo rural (él mismo empezó a trabajar en la vendimia a los 10 años), su fervor religioso, y luego, más tarde, su descubrimiento del sexo, del pecado y de su homosexualidad, descubrimiento éste último a los 15 años, casualmente cuando acaba de iniciar una relación con una chica de 20 que está loca por él y que es incapaz de rechazar.
 
“Un ejercicio de introspección en la línea de las grandes autobiografías de nuestro tiempo, a medio camino entre Las cenizas de Ángela y Antes que anochezca

La segunda parte, titulada Madrid, describe la vida del autor en la capital de España desde que se traslada allí con toda su familia en 1970 (con casi 18 años) hasta 1974, cuando es llamado a filas para cumplir el servicio militar.
En Madrid Menchén trabaja como obrero no cualificado en una fábrica. Pronto conoce a un grupo de jóvenes antifranquistas y se une a ellos. Son los futuros “progres” que protagonizarán la Transición. Dentro de ese grupo contacta con un cura comunista, jesuita para más señas, cuya influencia será decisiva en su vida, a pesar de que Menchén ha perdido ya la fe y se ha alejado de la religión.

En otro capítulo de esta segunda parte, Menchén vuelve a reencontrarse en Madrid con Aranda, su antiguo profesor de Argamasilla de Alba. Éste le aborda por sorpresa en un hotel y tiene con él su primera experiencia homosexual. Aranda, sin embargo, es un hombre casado, de ideología franquista, muy religioso, escribe poesía y narrativa, aunque no publica casi nada, de modo que es un hombre frustrado y, además, vive en el armario. En cierto modo, es un símbolo de cierta derecha española a la que sólo le importa las apariencias. Menchén descubre, guiado por Aranda, los lugares de ambiente homosexual en Madrid, como el famoso cine Carretas, al que todo el mundo llama La Catedral. En ese cine Menchén conoce a un chapero del cual se enamora y con el que tiene una larga relación, aunque ignorará durante mucho tiempo cuál es su verdadera profesión… Poco después, Menchén empieza a trabajar en una cafetería de La Castellana, donde solicitan camareros sin experiencia. Suelen ir allí muchos personajes curiosos y algunos famosos, entre ellos un escritor que empieza a ser conocido, llamado Francisco Umbral... Menchén hace amistad con él y un día le entrega el manuscrito de una novelita suya para que le dé su opinión…
Esta segunda parte acaba con la muerte de Carrero Blanco, de la que el mismo Umbral informa a Menchén una mañana de noviembre de 1973. En enero de 1974 nuestro joven protagonista vuela en un avión a Canarias para hacer el servicio militar. Aunque sabe que puede ser excluido del ejército por una dolencia cardíaca que le descubrieron algunos años antes, prefiere no informar de ello a los médicos y vivir esa experiencia ya que no quiere ser distinto de los demás jóvenes de su edad.

“Crónica dolorida y sentimental de una deslealtad en una época convulsa: los últimos años del franquismo y la Transición”

La tercera parte se titula Diario de un recluta. Dicho diario, olvidado por Menchén desde su escritura hasta que volvió a encontrarlo en 2003, casi 30 años después, es transcrito aquí prácticamente en su totalidad y cuenta de un modo ameno sus experiencias y aventuras en el ejército. Menchén no duda en afirmar que aquél fue uno de los períodos más felices de su vida, aun tratándose del ejército de una dictadura. Pero a fin de cuentas en un ejército lo que hay son soldados; es decir, chicos jóvenes, y aquellos chicos, la mayoría de ellos canarios, eran o parecían ser casi todos bisexuales. Al menos, no paraban de provocarle sexualmente… Pero todo se estropea cuando Menchén es trasladado desde Tenerife a la isla de Fuerteventura. Allí casi todos los soldados son peninsulares y la situación ya no le divierte. Alega su enfermedad cardíaca, que es detectada fácilmente, se le declara excluido total del ejército y regresa a Madrid.

La cuarta parte se titula En medio de ninguna parte y escribe su vida en Madrid desde que deja el ejército hasta que decide marcharse a vivir a Benidorm en 1978.
En el primer capítulo Menchén nos cuenta cómo era la vida gay en Madrid durante aquellos últimos años del franquismo, que compara con la del Berlín de los años 30. Dice haber vivido entonces su época más delirante y promiscua. Pero al final nos hace una terrible confesión: no le gusta ninguno de los hombres con los que se acuesta. ¡Ninguno! ¿Acaso no es ya homosexual? No, no es eso. El problema es otro (y se lo explica un tipo con el que está a punto de irse a la cama, a pesar de que tampoco él le gusta): “A ti no te gustan los hombres”, le dice el tipo, “te gustan los niños”. Menchén acaba aceptando que es un pederasta. Pero no un pedófilo, que es algo muy distinto. En realidad, no le gustan exactamente los niños, sino los preadolescentes de 15 a 17 años. Es un problema con el que tendrá que luchar y que le dará más de un disgusto, como cuando se ve perseguido por un grupo de niños por el centro de Madrid, los cuales le rodean y le humillan en una galería del metro…

En otro capítulo de esta última parte Menchén nos habla de su amistad con Gregorio Prieto, ex amante de Aranda. Prieto se enamora de Menchén y ambos mantienen una tormentosa relación, tanto sentimental como sexual, durante un año y medio. Menchén obtiene algunas confidencias de Prieto sobre Lorca y Cernuda, pero la situación acaba haciéndose insostenible entre ellos y la ruptura es inevitable.

En el último capítulo del libro, Menchén incluye algunos fragmentos de su correspondencia con Aranda que nos informan igualmente de la tempestuosa relación entre ambos y de sus profundas incompatibilidades: Aranda es de ideología fascista, está casado aunque es homosexual y vive en el armario, escribe compulsivamente, pero no ha conseguido publicar ni ser reconocido… y Menchén es de izquierdas, no oculta que es gay, escribe con moderación, pero aún así ha publicado varios libros y ha obtenido dos premios literarios... No obstante, los dos se consideran perdedores en algún sentido y les unen lazos humanos muy profundos. El final, con la muerte de Aranda, resulta profundamente emotivo.

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